viernes, 3 de marzo de 2017

El accidente

[Diari• virtual]

     El 29 de enero del 2017 tuve un suceso bastante desafortunado. Quedé con unas amigas para tomarnos alguito y hablar, porque hacía tiempo que no nos veíamos, después me fui con mi mejor amigo a San Juan, entramos nuestro bar de siempre, La taberna Lúpulo, hablamos con nuestra bartender favorita y todo marchó bien hasta que me tocó regresar a casa en la madrugada... Al parecer me quedé dormida mientras guiaba, le di a una valla de metal en el expreso de Buchannan, luego mi carro continuó en diagonal, mientras mi pie al acelerador pegado hizo que estampara mi tren delantero en una valla de cemento. Esto lo sé, porque afortunadamente una mujer policía iba camino a su turno y fue ella quién divisó y se hizo cargo de mi caso.Yo no recuerdo nada del impacto, no recuerdo ni si quiera qué pasó mucho antes de que me subiera al carro. Tengo tres recuerdos; uno; abrí los ojos, ya me había estrellado, las bolsas de aire de mi carro se habían explotado, hacía calor, mi entorno se veía anaranjado, intenté poner en drive la palanca y pisar el acelerador pero evidentemente no iba a generar ningún movimiento. Dos: la oficial me hacía preguntas y entre el llanto intentaba responder. Tres: lloraba sin parar en la grúa mientras me llevaban a casa y finalmente me lancé en los brazos de mi papá y le pedía perdón repetidas veces porque había jodido el carro, a lo que me respondía "el carro es lata, a mí lo que me importa eres tú", y yo no podía parar de llorar. Después de eso, mis papás se encargaron de llevarme al hospital para hacer las revisiones necesarias, pero todos mis recuerdos antes de estar sentada en la sala de espera son muy fragmentados. Mi mente se encargó de borrar todo recuerdo detallado y le agradezco encarecidamente, porque así me ahorro el trauma. 

     Para hacer el cuento largo-corto, mi carro quedó destrozado, me fracturé cuatro dedos de la mano izquierda, me pusieron un estabilizador porque tenía los dedos morados y del grosor de unas salchichas y debían permanecer inmóviles. El doctor del hospital me dijo que la mano tenía que desinflamarse para poder ser operada y también me dijo que de no haber estado usando el cinturón de seguridad me hubiese matado. Él era niuyorican y me decía "you lucky, lucky girl". El martes de la semana entrante tuve cita con el Dr. Ian Marrero, el especialista de manos, y el jueves de esa misma semana me operaron de emergencia. Tengo una placa y doce tornillos que ahora residen de manera permanente en el interior de mi mano. Tenía un moretón en el muslo que parecía una galaxia, pero el árnica hizo su magia y lo borró bastante rápido, lo otro que me lastimé fue el tobillo, al cual no le prestaron mucha atención, porque no estaba fracturado, pero todavía hoy sigo cojeando y yo con la experiencia médica que me otorgaron 12 temporadas de Grey's Anatomy insisto en que tengo algo ahí, pero no me he ido a revisar porque pedir boletas en ACAA me da una flojera máxima; pero me prometo resolver eso cuanto antes.

     Ante lo ocurrido, no tengo la típica actitud del ¿por qué a mí? y tampoco ando triste ni quejándome de los dolores. Si algo me molesta me busco un remedio, estiramientos para la mano, sal de higuera y agua tibia para el tobillo, pastillitas de árnica para la des-inflamación... Tengo más que asumido que los accidentes llegan, alteran el orden natural de las cosas y se van.  Ante lo ocurrido, lamentarse es un gasto de tiempo y de energía. Mi mantra constante es: ¿qué tengo que hacer para estar como antes? y lo que me digan es lo que hago. Esta semana comienzo mis terapias para recuperar poco a poco la movilidad y eventualmente tener una mano biónica completamente funcional.

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