sábado, 17 de septiembre de 2016

Poética del distanciamiento

[Diari• virtual]

Mi amor es una munición de pólvora, para bien o para mal, amo para estallar y no todo el mundo es capaz de manejar explosivos. A menudo me pasa que quiero poner todo mi afecto sobre una persona, le dedico mi tiempo a plenitud, pongo toda mi energía, mis fuerzas e incluso pongo mi estado anímico en sus manos. Pongo mi felicidad por debajo de la de ese alguien. Vamos, que lo entrego todo; y eso está bien, porque merece la pena amar con brío y con vigor; pero llega un momento entre todo el derroche de amor donde una se desgasta. Todo en la vida es balance y si das todo de ti, ¿en dónde quedas tú?

Es ese momento donde retrocedo un paso, miro la explosión de amor voraz, me miro a mí...  ¿Toda emoción que emano debe ser tan visceral? ¿Se puede querer desde otro sitio? ...Pienso en la poética del distanciamiento de Bertolt Brecht y reinterpretándola desde aquí, la secundo en eso de que el distanciamiento no implica desapego (aunque eso sea una evidente paradoja). Para Bretch era necesario un distanciamiento emocional de los espectadores, para que no se identificaran con los personajes y desde ese umbral se permitieran entender la realidad cambiante de los mismos de una manera crítica y objetiva. Creo que intentaba decirnos que podemos ser empáticos desde un nuevo lugar. Su ponencia iba dirigida a un aspecto teatral, pero, ¿no es la vida un teatro? Se nos dice siempre que actuar es mentir, pero para los actores actuar es decir la verdad, cuando actúan no existe otra realidad. Recordemos también el egoísmo razonable de Ayn Rand, que decía que la verdadera libertad comienza en el individuo, "para saber decir yo te amo, primero hay que saber decir yo". Ahí está el equilibrio personal. Las emociones son como interruptores y en cualquier momento podemos interceptarlas.

Esto es un truquito de integridad que quería traer a colación. Ojo, no estoy diciendo que amemos sin apetencia, porque ¿para qué vamos a querer "por encimita"? Es cuestión de aprender mirarnos con otra lupa de vez en cuando, es evitar que nos despedacen emocionalmente, porque ya Prometeo existió y se encargó de darnos esa lección. 

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